La Palabra de Dios, alma y fuente de la comunión y
del testimonio
(Exhortación apostólica Ecclesia in Medio
Oriente, Beirut, 14 septiembre 2012)
Noticia
El Papa
Benedicto XVI acaba de hacer una visita pastoral al Líbano, del viernes a domingo
pasado, 14-15-16 septiembre 2012.
El día 14,
Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz firmó entregó la exhortación apostólica
Ecclesia in Medio Oriente, fruto de Asamblea
Especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio, reunida en
torno al Sucesor de Pedro del 10 al 24 de octubre de 2010. La exhortación, después de una introducción, tiene tres partes y una
conclusión, y procede así:
PRIMERA
PARTE
[7]
«
En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros
y
os tenemos presentes en nuestras oraciones » (1 Ts 1,2)
El contexto (nn.
8-10)
La vía cristiana
y ecuménica (nn. 11-18)
El diálogo
interreligioso (nn. 19-28)
Dos nuevas
realidades (nn. 29-30)
Los emigrantes
(nn. 31-36)
SEGUNDA
PARTE
(nn. 37-38)
«
El grupo de los creyentes tenía un solo corazón
y
una sola alma »
(Hch 4,32)
Los patriarcas
(nn. 39-40)
Los obispos (nn.
41-44)
Los sacerdotes,
los diáconos
y los
seminaristas (nn. 45-50)
La vida
consagrada (nn. 51-54)
Los laicos (nn.
55-57)
La familia (nn.
58-61)
Los jóvenes y
los niños (nn. 62-65)
TERCERA
PARTE
(nn. 66-67)
«
Nosotros predicamos a Cristo crucificado…
que
es fuerza de Dios y sabiduría de Dios » (1 Co 1,23-24)
La Palabra de
Dios, alma y fuente de la comunión
y del testimonio
(nn. 68-74)
La liturgia y la
vida sacramental (nn. 75-81)
La oración y las
peregrinaciones (nn. 82-84)
La
evangelización y la caridad: misión de la Iglesia
(nn. 85-91)
La catequesis y
la formación cristiana (nn. 92-94)
CONCLUSIÓN (nn.
95-100)
Este acto de
entrega tuvo lugar en la Basílica de San Pablo Harissa en Beirut, y en su discurso
el Papa se expresaba así.
“Es
providencial que este acto tenga lugar precisamente en el día de la Fiesta de
la Cruz gloriosa, cuya celebración nació en Oriente en el año 335, al día
siguiente de la Dedicación de la Basílica de la Resurrección, construida sobre
el Gólgota y el sepulcro de Nuestro Señor, por el emperador Constantino el
Grande, al que veneráis como santo. Dentro de un mes se celebrará el 1.700
aniversario de la aparición que le hizo ver, en la noche simbólica de su
incredulidad, el crismón resplandeciente, al mismo tiempo que una voz le decía:
«Con este signo vencerás». Más tarde, Constantino firmó el edicto de Milán y
dio su nombre a Constantinopla. Pienso que la Exhortación puede ser leída e
interpretada a la luz de la fiesta de la Cruz gloriosa y, de modo particular, a
partir del crismón, la X (khi) y la P (rhô), las dos primeras letras de la
palabra Χριστός. Esa lectura conduce a un verdadero redescubrimiento de la
identidad del bautizado y de la Iglesia y, al mismo tiempo, constituye como una
llamada al testimonio en la comunión y a través de ella. La comunión y el
testimonio cristiano, ¿acaso no se fundan en el Misterio pascual, en la
crucifixión, en la muerte y resurrección de Cristo? ¿No alcanzan en él su pleno
cumplimiento? Hay un vínculo inseparable entre la cruz y la resurrección, que
un cristiano no puede olvidar. Sin este vínculo, exaltar la cruz significaría
justificar el sufrimiento y la muerte, no viendo en ello más que un fin inevitable.
Para un cristiano, exaltar la cruz quiere decir entrar en comunión con la
totalidad del amor incondicional de Dios por el hombre. Es hacer un acto de fe.
Exaltar la cruz, en la perspectiva de la resurrección, es desear vivir y
manifestar la totalidad de este amor. Es hacer un acto de amor. Exaltar la cruz
lleva a comprometerse a ser heraldos de la comunión fraterna y eclesial, fuente
del verdadero testimonio cristiano. Es hacer un acto de esperanza”.
Pensamos que
esta Exhortación es una auténtica joya espiritual, hablando de la tierra de los
patriarcas y de los profetas, de la tierra donde nació la vida consagrada, y
trazando un plan espiritual de vida bajo la consigna de “Comunión y
Testimonio”.
Al paso de
nuestras explicaciones, nos interesa de un modo muy particular los números que
de modo explícito se refieren a la Palabra de Dios, que van en la pura sintonía
de la Verbum Domini, cuya lectura personal y comunitariamente aconseja el Papa.
Agregamos,
pues, estos párrafos como material de estudio en nuestro propósito.
La Palabra de
Dios, alma y fuente de la comunión y del testimonio
68. «Y perseveraban en la enseñanza de los
Apóstoles» (Hch 2,42). Con esta afirmación, san Lucas hace de la primera
comunidad el prototipo de la Iglesia apostólica, es decir, fundada sobre los
Apóstoles elegidos por Cristo y sobre sus enseñanzas. La misión principal de la
Iglesia, recibida de Cristo mismo, es la de custodiar intacto el depósito de la
fe apostólica (cf. 1 Tm 6,20), fundamento de su unidad, proclamando esta
fe al mundo entero. La enseñanza de los Apóstoles ha explicitado la relación de
la Iglesia con las Escrituras de la primera Alianza, que llegan a su
cumplimiento en la persona de Jesucristo (cf. Lc 24,44-53).
69. La meditación del misterio de
la Iglesia como comunión y testimonio a la luz de las Escrituras, este gran
«libro de la Alianza» entre Dios y su pueblo (cf. Ex 24,7), lleva al conocimiento
de Dios, «luz en mi sendero» (Sal 119,105), para que mi pie no tropiece
(cf. Sal 121,3).[67]
Que los fieles, herederos de esta Alianza, busquen siempre la verdad en toda la
Escritura inspirada por Dios (cf. 2 Tm 3,16-17). Esta no es un objeto de
curiosidad histórica, sino la «obra del Espíritu Santo, en la cual podemos
escuchar la voz misma del Señor y conocer su presencia en la historia»[68],
en nuestra historia humana.
70. Las escuelas exegéticas de
Alejandría, Antioquía, Edesa o Nisibis, contribuyeron en gran medida a la
inteligencia y a la formulación dogmática del misterio cristiano en los siglos
IV y V.[69]
Toda la Iglesia les está agradecida. Los partidarios de diversas corrientes de
interpretación de los textos coincidían sobre algunos principios tradicionales
en exégesis, comúnmente admitidos por las Iglesias de Oriente y Occidente. El
más importante es el creer que Jesucristo encarna la unidad intrínseca de los
dos Testamentos y, por consiguiente, la unidad del designio salvífico de Dios
en la historia (cf. Mt 5,17). Los discípulos comenzaron a comprender
esta unidad sólo a partir de la Resurrección, cuando Jesús fue glorificado (cf.
Jn 12,16). A continuación viene la fidelidad a una lectura tipológica de
la Biblia, de acuerdo con la cual algunos hechos del Antiguo Testamento son una
prefiguración (tipo y figura) de las realidades de la Nueva Alianza en
Jesucristo, clave de lectura de toda la Biblia (cf. 1 Co 15,22. 45-47; Hb
8,6-7). Los textos litúrgicos y espirituales de la Iglesia testimonian la
permanencia de estos dos principios de interpretación que estructuran la celebración
eclesial de la Palabra de Dios e inspiran el testimonio cristiano. En este
sentido, el Concilio Vaticano II precisó ulteriormente que, para descubrir el
sentido exacto de los textos sagrados, hay que prestar atención al contenido y
a la unidad de toda la Escritura, teniendo en cuenta la Tradición viva de toda
la Iglesia y la analogía de la fe[70].
En
la perspectiva de un acercamiento eclesial a la Biblia, será de gran ayuda una
lectura individual y en grupo de la Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini.
71. La presencia cristiana en los
países bíblicos de Oriente Medio va mucho más allá de una pertenencia
sociológica o de un simple logro económico y cultural. La presencia cristiana
tomará un nuevo impulso si recupera la savia de los orígenes, siguiendo a los
primeros discípulos elegidos por Jesús para ser sus compañeros y para enviarlos
a predicar (cf. Mc 3,14). Para que la Palabra de Dios sea el alma y el
fundamento de la vida cristiana, la difusión de la Biblia en las familias
favorecerá la lectura y la meditación cotidiana de la Palabra de Dios (lectio
divina). Así se pone en práctica de manera apropiada una auténtica pastoral
bíblica.
72. Los medios de comunicación
modernos pueden ser un instrumento apto para el anuncio de la Palabra, y
favorecer su lectura y meditación. Con una explicación sencilla y accesible de
la Biblia, se contribuirá a despejar muchos prejuicios o ideas erróneas sobre
ella, de las cuales provienen controversias inútiles y humillantes[71].
En este sentido, sería oportuno que incluyera las distinciones necesarias entre
inspiración y revelación, puesto que la ambigüedad de estos dos
conceptos en el espíritu de muchos falsea su modo de entender los textos
sagrados, lo que no deja de tener consecuencias para el futuro del diálogo
interreligioso. Estos medios pueden ayudar también a la difusión del magisterio
de la Iglesia.
73. Para alcanzar estos
objetivos, conviene sostener los medios de comunicación ya existentes y
favorecer el desarrollo de nuevas estructuras apropiadas. La formación de un personal
especializado en este sector neurálgico, no sólo desde el punto de vista
técnico, sino también doctrinal y ético, es una urgencia cada vez mayor, de
modo especial con vistas a la evangelización.
74. Pero, independientemente del
puesto que se les asigne, el uso de los medios de comunicación social no podrá
sustituir a la meditación de la Palabra de Dios, su interiorización y su
aplicación para responder a las cuestiones de los fieles. Nacerá así en ellos
una familiaridad con las Escrituras, una búsqueda y una profundización de la
espiritualidad, y un compromiso en el apostolado y en la misión[72].
Teniendo en cuenta las condiciones pastorales de cada país de la región, se
podría proclamar eventualmente un Año bíblico, seguido, si se considera
oportuno, de una Semana anual de la Biblia[73].
Notas
Guadalajara, 18 septiembre 2012
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